La vida en las montanyas

La calida Calcuta dejo paso a varias horas de tren (mas de una decena, como cualquier trayecto indio que se precie) hasta llegar a New Jailparguri. Esta ciudad, sita en una planicie, esta a los pies de un terreno montanyoso, cada vez mas escarpado, ansioso por alcanzar el cielo que, en su soberbia, llega a establecer el techo del mundo: la cordillera de los Himalayas. El proximo destino de los turistas era Darjeeling, una ciudad de apenas 100.000 habitantes situada a mas de 2.000 metros de altura. Para llegar desde la estacion apenas habia que recorrer 80 kilometros, para lo cual necesitaron un jeep, 4 horas y una buena dosis de paciencia durante las conversaciones con un conductor mas interesado en hacerse con el dinero de los viajeros que en llevarlos a destino.

Sin embargo, el trayecto se hizo amenos. el paisaje era cada vez mas espectacular, ganando en majestuosidad a cada metro de ascension. Las tonalidades verdosas iban oscureciendo, el cielo parecia mas cercano, las nubes se presentaban como enormes moradores entre las cimas, el frio reivindicaba las diferencias entre aquella zona y la planicie baja y calurosa en la que se encontraban Siliguri y New Jailpaguri. Y es que, para muchos habitantes de Darjeeling, esta ciudad no es bengali (legalmente forma parte del estado de West Bengala, cuya capital es Calcuta), sino que son firmes defensores de Gorkhaland, una region antanyo dominada por los Gurkhas (pueblo de los himalayas) que se resiste a verse incluida en un estado con el que, aseguran, no comparten rasgos ni cultura.
Al bajar del jeep, Dani y Sonia se reencontraron, ahora si, por ultima vez en India, con Amparo, Adriana y Ethiene. Las levantinas decidieron alargar un par de dias su estancia en als montanyas para coincidir con los barceloneses. El clima no acompanyo, amanecio encapotado dia si dia tambien, por lo que los barceloneses no pudieron contemplar la majestuosidad del Kanchendounjza, la tercera montanya mas alta del mundo y principal protagonista del paisaje Darjeelingniano. Sin embargo disponian de algo de tiempo para verse, y poco podian hacer las inclemencias meteorologicas ara restarles un apice de su disfrute. Como era de esperar, los dos dias volaron mas rapidamente aun que las nubes en su constate surcar los cielos. Las levantinas se fueron hacie su siguiente destino. Despues de mas de un mes coincidiendo, despues de tantas partidas de cartas, tantas visitas a templos, tantos regateos compartidos, tantas bromas e indirectas lanzadas, conversaciones de cafe (en este caso, de te), aventuras como el rafting o la feria de animales de Patna... Despues de una companyia fabulosa, tuvieron que despedirse.

Los siguientes dias, el tiempo en Darjeeling parecia haberse confabulado para estar acorde con la tirsteza propia de las despedidas. Asi los cielos encapotadas enmarcaban una niebla que ganaba en densidad a medida que se acercaba el atardecer. Los catalanes decidieron ir a visitar el Happy Valley, unas plantaciones sobre las que se extiende una tupida manta de plantas de te. Alli anduvieron por entre senderos de tierra hasta que pasaron frente a una casa, donde una senyora se encontraba observando a los paseantes. Cuando vio a la pareja de turistas no tardo en hacerles senyas para invitarles a tomar un te. En realidad la invitacion costaba 50 rupias por taza (una barbaridad, quintuplicaba el precio normal), pero merecio la pena pasar un rato de aquella manyana con una senyora que, ademas de dominar el arte comercial (rianse de las vendedoras a domicilio de Avon) hablaba con pasio del te que vendia y de la tierra que lo albergaba: Gurkhaland. Los catalanes coincidieron alli con Cristian y Cristina, una pareja de daneses que, a partir de ese momento, se convirtieron en los perfectos companyeros de aquellos dias en las montanyas. Quedaron para comer despues de la experiencia con la vendedora de te (que, obviamente, logro su cometido) y desde entonces no habia desayuno o cerveza nocturna en la que no se reunieran los 4. Tambien compartieron la alegria cuando, tras varios dias de sempiternas nubes, el Kanchendounzja asomo al fin. Fue solo durante un par o tres horas, pero suficiente para que pudieran maravillarse, despues de tantos dias de espera, con sus vistas.

El kanchendounzja, caprichoso, timido, volvio a esconderse a las pocas horas de su primera aparicion, sin embargo, dias mas tarde, cuando los turistas partian de la ciudad, volvio a mostrar su erguido porte. Era como si quisiera despedirlos con sus mejores galas, como si quisiera dar un toque de alegria ante una nueva despedida, la de catalanes y daneses. La vision del Kanchedounzja les acompanyo durante el montanyoso descenso, de nuevo hacia la estacion de tren. Tambien con ellos viajaban Nicky y Nicole, dos hermanos canadienses que, al igual que los barceloneses, se dirigian hacia Varanasi.

Atras dejaron las montanyas. Y no solo eso. Atras dejaron sus rutas inusitadas, sus interrogantes sobre cual iba a ser el siguiente paso en aquel inmenso y sorprendente pais. Habia empezado, pues, la hora de replegarse, de deshacer lo andado. Se dirigian a Varanasi de nuevo, por segunda vez, para pasar alli sus ultimos dias antes de regresar a Delhi y tomar su avion hacia occidente. A medida que se desdibujaba la silueta del Kanchendounjza, se hacia cada vez mas nitida la grafia 20, fecha de expiracion de su viaje, segun rezaban sus pasajes.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Holaaa
El día 20! uy, ya queda poquito...
Tu substitución de la cafeína por la teína es permanente o ha sido un flirteo dadas las circunstancias? Bueno, como mínimo te habrás vuelto un experto en el tema del te, no?jajaja. Pues eso, que disfrutes hasta el último minuto y saludetes también de parte del niño melón, Àlex.
petoneeets

Bronik

Dani dijo...

Ya no queda nada!!! se me acaban estas supervacaciones... y ahora a buscar curro y piso.. no quiero!!!! jajajja
En fin, que hi farem. Espero poder repetir la experiencia mas adelante!

Recuerdos tb para tu melon pues, jajajajja (no se interprete mal eh!).Un besote enorme y mil gracias por leer estas parrafadas!