El triangulo de oro

Bajo este apodo se conoce al triangulo que forman las ciudades Indias de Nueva Delhi, Jaipur y Agra. La capital India suele ser lugar obligado de paso para muchos turistas, debido a las numerosas conexiones internacionales que posee su aeropuerto (algo mas dudoso resulta su importancia a nivel monumental). El pais es tan extenso que, cuando un turista dispone de poco dias para visitarlo, decantarse por el triangulo de oro parece ser una buena opcion (o eso debe de pensar la mayor parte de visitantes, a juzgar por las hordas de gentes que la eligen). Por otra parte, cualquier agencia que tenga la mas minima oportunidad, tratara de vender un paquete turistico que incluya los 3 destinos. La habilidad innata de los lugarenyos para la venta, la verborrea (y, por que no decirlo, el timo) hace el resto.

Jaipur es la capital de Rajhastan, un extensisimo estado Indio que limita con Delhi. Se dice que esa zona que sufria pobreza bastante acusada, sin embargo, se ha convertido en uno de los principales centros turisticos del pais. Esta ciudad concentra diversos templos que sirven para llenar con sus imagenes multiples tripticos y folletos de la zona, aunque tambien podria decirse que son como una mascara, una careta de presentacion, pues el resto de la ciudad poco tiene de postal turistica. Por otra parte, Jaipur es conocido en toda la India por su comercio: sus convecinos se jactan de ser un enorme centro de distribucion de mercancias, pues, segun explican, en Rajhastan se elaboran gran cantidad de productos a mano (desde textiles hasta joyeria, especialmente de plata) y, en consecuencia, productos un 25% mas. Esta historia se la relataron a los turistas tanto el conductor del rickshaw que tomaron al llegar, como el hombre que regentaba el hotal, asi como el camarero del restaurante del hostal... O la explicacion era cierta o existia un perorata general extendida por toda la ciudad para empujar al viajero a comprar. Los barceloneses recalaron tan solo un par de dias en Jaipur, lo justo para ver un par de monumentos y asearse. En cambio comprar... no compraron nada.
Un poco aturdidos por el urbanismo irracional de Jaipur y decepcionados en parte con sus monumentos (siempre deslucidos si se comparan con las fotos o las paginas web que versan sobre el lugar) abandonaron la capital de aquel estado para trasladarse al colindante: Utar Pradesh. Alli se encontraba Agra y, casi que irremediablemente, el nombre esa ciudad se asocia al del Taj Mahal. Unicamente al monumento. Por si fuera poco, todas las referencias acerca de la ciudad que habian recibido los turistas venian a corrobar sus sospechas: que en aquella ciudad solo habia un monumento a visitar, mientras que el resto de la urbe carecia de cualqueir tipo de interes. Lo cierto es que el monumento se erige de manera majestuosa y resulta imposible restarle un apice de protagonismo. Su verticalidad marmolea, blanca, limipida, sus cupulas, su muralla... Atrae la atencion del visitante aun cuando este no tenga demasiado interes en la arquitectura o no este demasiado imbuido de fantasias estereotipadas difundidas por filmes o magazines varios. Por primera vez veian los barceloneses un monumento de los que imponia tal y como se lo habian imaginado. Por primera vez algo que esperaban visitar ansiosamente estaba a la altura y recibia el tratamiento que, a su juicio, todo monumento debia recibir (esto es buena limpieza y conservacion) algo que en India brillaba por su ausencia. Por primera vez, tambien, encontraron un lugar donde cobraban 700 rupias por acceder, pues parecia que los propios indios se habia dado cuenta de la maravilla que gestionaban y, quiza impulsados por su innato sentido comercial, se habian propuesto sacarle el maximo partido.

Sin embargo, lo que mas sorprendio a los visitantes fue la insistencia de sus gentes por venderles algun souvenir, guiarlos por la ciudad o llevarlos en su Rickshaw. Estaban ya vacunados contra el marketing agresivo y directo, pero en Agra sobrepasaba cuanto habian visto hasta el momento. Era dar dos pasos y encontrarse rodeado de una maranya comercial de la que era francamente dificil desasirse (y, aun lograndose, la nube de vendedores de falacias y ladrones de la tranquilidad seguia al turista persistentemente).
El triangulo de oro les parecio el triangulo del estres. Abandonaron, tambien en cuestion de un par de dias, Agra. Las tres ciudades representaban, a sus ojos, la peor cara del turismo ofertado por India: precios abusivos, timos por doquier y mala conservacion del patrimonio (a excepcion del Taj Mahal) y de las propias ciudades.

Las miras estaban puestas ahora en Varanasi, siguiente destino de los viajeros, ciudad de la que, a diferencia de las anteriores, habian oido halar maravillas y elogios.

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