Feriantes...

Patna iba a ser el lugar en que los caminos de los turistas se dividieran. Llegaron a la capital del estado de Bihar tras un incomodo trayecto en autobus que acabo por demorarse, tonica habitual en los transportes indios, y llegar a destino empleando el doble de tiempo previsto. Aunque no tenia, ni por asomo, als mastodonicas dimensiones de Nueva Delhi, Patna ofrecia la misma hostilidad al viajero que la propia capital, si no mas. El asfalto era omnipresente, el trafico adquiria cotas inusitadas de caos, elevadas incluso para un pais como India... y los lugarenyos no se esmeraban demasiado en hacer mas afable la llegada del turista.


Al contrario que en el resto de lugares, los habitantes de esta ciudad no les acosaron durante el trayecto hasta la zona hotelera. Tampoco lo hicieron cuando se desplazaban a pie de un lugar a otro. Pareciera que no hubieran visto jamas un turista y que, por tanto, ignorasen la capacidad adquisitiva del mismo. Lo cierto es que suponia un descanso no tener que lidiar con vendedores que aparecieran por doquier. Sin embargo, flaco favor les aporto su aspecto occidental a la hora de conseguri hospedaje: en todas las Guest Houses del lugar les dijeron que estaban completos. Si bien algunos conserjes parecian comunicarselo de forma sincera, otros daban la impresion de querer ocultar las verdaderas razones del rechazo a darles cobijo. Su trabajo les costo encontrar cama para aquella noche. El lugar elegido, por las circunstancias que no por las inclinaciones de los viajeros, fue un destartalado hostal situado en una encrucijada de vias de la ciudad (lo que se traducia en un insoportable y permanente ruido de trafico, claxons...). La pintura de las paredes estaba desconchada, la mugre campaba a sus anchas a lo largo y ancho de las cuatro plantas del edificio. Apoyarse en la barandilla de la escalera o sujetar los pomos de las puertas con la firmeza necesaria para abrir una puerta no podian insipirarles mas que la mas absoluta grima. las habitaciones no desentonaban en absoluto con el resto del establecimiento. Sencillas y sencillamente sucias. Tras adaptarse a tan desagradable hospicio, empezaron a percatarse de pequenyos detalles. Si bien, advirtieron que en el interior de una de las habitaciones se hallaban excrementos de ratas, pasadas las fobias iniciales vieron como en todas las habitaciones habia interfonos para comunicarse con la recepcion, muebles de madera noble, puertas decoradas con espero, letreros luminosos en los pasillos... todos aquellos elementos en deshuso daban les llevaron a deducir que aquel hotel habia conocido tiempos mejores. Probablemente, medio seiglo atras hubiera sido un establecimiento de los mas acojedor e, incluso, distinguido. Sin embargo, la anacronia, cuando recibe dosis de dejadez, unas cuantas capas de polvo y se la priva de la luz, causa estragos.
A la manyana siguiente, amanecieron con el buen humor que les otorgaba saber que no debian volver a dormir en aquel lugar. Aquel dia lo iban a emplear al motivo de su estancia en Patna: visitar la mayor feria de animales de Asia. Habia llegado a sus oidos que la capital de Bihar organizaba, durante noviembre, una enorme feria en la que se comerciaba con caballos, camellos e incluso elefantes. Puesto que la ciudad quedaba en direccion al trayecto que debian seguir, decidieron ir a visitar lo que prometia ser una experiencia unica. Y lo fue. No vieron un solo elefante, ni tan siquiera un triste camello. Se llevaron una gran desilusion, pues, al parecer, el montante pesado de la feria se negociaba y adjudicaba durante los primeros dias, mientras que, durante el resto del mes, su presencia era testimonial y se limitaba a un pequenyo surtido de razas de perros y cuatro animales mas de granja. Los turistas acudieron cuando la feria ya estaba bastante avanzada. Sin embargo, si fue una experiencia unica. Lo que nunca habian imaginado es que, en ese mercado que ya carecia de elefantes y camellos iba a haber unos animales aun mas exoticos: turistas. Hasta aquel momento habian recalado en lugares acostumbrados a recibir forasteros, sin embargo, Patna era distinto. No tenia ningun reclamo turistico y, por tanto, no era destino usual de los visitantes a India. Buena cuenta de ello daba la multitud que seguia a los visitantes mediterraneos por toda la feria. Cada vez que se detenian en alguno de los puestos, una cincuentena de indios les rodeaba y miraba sin ningun tipo de recato. A veces, alguno se atrevia a dirigirles la palabra (lease el atrevimiento por la fascinacion que les causaba,n no interpretandolo como osadia hacia algun tipo de jerarquia ni nada por el estilo). Tras conversar brevemente, interrogando sobre su lugares de origen y sus nombres, se volvian como enchidos de orgullo hacia el resto del grupo. Asi pasaron toda la manyana, con una legion de fans, sintiendose como deben de hacerlo las celebridades en su dia a dia, cuando la gente clava en ellos sus ojos en un supermercado o paseando por la calle. Por un dia experimentaron lo que se siente cuando la diferencia de aspecto hace las veces de cartel luminoso sobre sus cabezas. Y resultaba agotador. El acoso llego a su punto culminante cuando, inesperadamente, aparecieron un camara y un periodista de una television local que cubrian la feria y se empenyaron en entrevistarles. Tras responder algunos de ellos a sus preguntas, decidieron volver a la ciudad y esperar alli pacientemente a que llegase la hora de tomar sus trenes.

Las partidas de carta, nuevamente, hicieron las veces de analgesico contra el tiempo y pronto llego la noche y, con ella, la hora de despedirse y proseguir cada uno con sus rutas: las levantians hacia darjeeling, los catalanes a Calcuta. Y, sobretodo, llegaba la hora de abandonar esa ciudad que esperaban no volver a pisar nunca. Una ciudad inhospita que no les habia obsequiado ni con un minimo detalle agradable. La ciudad hostil.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Uooolas!
Peazo de viaje que te estás metiendo, eh? Y peazo de blog te estás currando… Describes tan bien los detalles que durante unos segundos me siento teletransportada, ains!
Espero que disfrutes a tope lo que te queda y que conozcas muchos sitios más.
Yo seguiré chafardeando tu diario de viajero, jeje.
Un petó gegaaant

Bronik