Camino de Pokhara

Las secuelas lumbares tras el trayecto en Autobus local desde Varanasi junto con una noche sobre el colchon poco mullido (por no llamarlo lapida) de aquellas cuadras reformadas (por ser generosos con la adjetivacion) que recibian el nombre de hostal, presionaron a los tres turistas. Esta vez irian en autobus turistico hasta Pokhara, poblado que habian elegido para iniciar su estancia en Nepal. El visado nepali les habia costado nada menos que 20 euros, y tan solo les era valido por 15 dias, por lo que optaron por pasar 5 dias en Pokhara y el resto en Kathmandu.

Las cien rupias de mas (1 euro) que gastaron por ir en transporte turistico merecieron la pena: los asientos eran mullidos, amortiguaban mejor que el anterior bus los botes de la carretera y habia espacio suficiente para sentarse sin sentirse presionado por el resto de pasajeros. En la parte superior del vehiculo, junto a las maletas, viajaban unos cuantos chavales que se iban turnando para vigilar el equipaje. El autobus fue realizando su trayecto sin imprevistos, parando cada dos horas para que los pasajeros procedieran a avituallarse, estirar las piernas o fumar un cigarrillo. Cuando ya oscurecio, los chavales que viajan con als maletas se metieron en el autobus, que a aquellas horas ya disponia de la mitad de los asientos libres. Uno de ellos se sento al lado de Dani y se quedo mirando el libro que este tenia en sus manos. Al catalan le resulto extranyo. No acababa de comprender que podia llamar tanto la atencion de un crio de 9 o 10 anyos. Solo se trataba de paginas escritas en castellano, sin ninguna imagen. Sin embargo, el chaval las miraba atentamente. Trato de decirle algo al turista, pero no lograron entenderse. Al cabo de un rato, cambio de asiento e intercambio un par de frases con Sonia, quien sabia algo de hindi. Segun contaba, al ninyo le habia parecido "beautyfull" ver a alguien leer. Al oir esto Dani se quedo tan asombrado de que un crio pudiera hacer tal apreciacion como el ninyo al ver a alguien con un libro en la mano.
Entretenidos por la chavaleria, llegaron a destino con la sensacion de que el viaje habia sido bastante llevadero. Tras descargar la mochila y despedirse de los ninyos, empezaba la letania diaria: negociar el precio con un taxista para que les acercase a un hostal que habian elegido, un poco al tun-tun, de entre el listado que ofrecia su guia sobre Nepal. Tras tratar de rebajar el precio con un taxista que no daba su brazo a torcer, aparecio otro, igualmente del gremio, que en voz baja les susurro un precio inferior al de su colega. Poco dudaron en aceptar esta ultima oferta. Al llegar, el hostal que habian escogido estaba lleno, asi que la mujer que lo regentaba, una inglesa que pasaba la cincuentena y con un aspecto hippie que debia de llevar desde hacia varias decadas, les indico otros lugares en los que hospedarse. Asi fue como llegaron a una Guest House que acostumbraban a frecuentar los turistas chinos.
Cuando les ensenyaron la habitacion casi se les cayeron las lagrimas al ver el aspecto, que se les antojo lujoso, de la misma. Las paredes estaban pintadas de un alegre amarillo, rematas por una franja verde cuando alcanzaban el techo. El suelo era un simulacro de parquet, pero con plastico, un sintasol bajo el cual habian puesto algun tipo de material espumoso que hacia comfortable cada pisada sobre el mismo. Decidieron quedarse con ella sin pensarlo dos veces. Y al poco rato durmieron en un colchon, que parecia un colchon, con tacto de colchon, suenyos algodonados...


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