Duros a cuatro pesetas

Una vez reunidos Sonia, Lorena y Dani, ya sólo quedaba emprender rumbo hacia Nepal. Dice el refrán que más vale malo conocido que bueno por conocer, así que decidieron volver a la misma agencia que les había vendido los billetes para Daramsala, billetes que, con los nuevos planes, iban a quedar en desuso. Consiguieron, pues, que les devolvieran la mitad de lo que habían pagado, y adquirieron nuevos pasajes, esta vez de tren, hasta Varanasi. Una vez allí, ya tomarían un autobús para llegar hasta la frontera.

Recuperar parte del dinero que iban a perder, aunque fuera para gastar más en un trayecto diferente, les pareció una bendición. Era algo similar a lo que ocurre cuando alguien no dispone de suficiente capital como para hacer frente a su hipoteca: decide renegociarla con el banco y, si éste le da el visto bueno, el hipotecado logra pagar una cuota mensual inferior... aunque se alarga considerablemente el período de endeudamiento con la entidad bancaria (y se incrementa el monto de interés...). Pero el cliente se siente satisfecho, aliviado. Incluso parece mostrar gratitud cuando, en realidad, el Banco no le hace ningún favor, sino negocio a su costa. Una sensación similar asaltó a los tres amigos. Se sentían afortunados por no perderlo todo. Entretanto, la agencia les había cobrado 1200 rupias por cabeza en el trayecto de tren (unos 20 euros), cuando el precio real en poco sobrepasaba las 400. Pero de eso se darían cuenta más tarde.

Desterradas las cuentas financieras de sus conversaciones, los ratos de café estaban monopolizados por un sinfín de hipótesis sobre cómo sería viajar en un tren indio. Todos habían oído historias al respecto, sabían que era el transporte más económico de la India y, en consecuencia, el más utilizado. No en vano, cuando pensaban en los trenes indios, acudían a su mente los fotogramas de documentales en los que se veía a la gente abarrotando los vagones, viajando incluso en el techo de los mismos. ¿Sería cierto o se trataría tan sólo de una treta audiovisual más para dotar de sensacionalismo que hiciera las veces de gancho para un género, el documental, que contaba con pocos seguidores en sus filas?

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