Ferrocarril indio

Todas las dudas sobre como seria el viaje en tren fueron despejandose desde el momento en que los tres amigos llegaron a la estacion de Nueva Delhi. Llegaron a media tarde a aquel lugar que el primer dia tanto habia impactado a Lorena y Dani. Pero, a menudo, cuanto mas familiar resulta un lugar, una situacion, un plato de comida... mas merma su capcidad de impacto. Otra vez estaba llena hasta los topes, la gente se avanzaba a paso lento, en masa, por parillos y escaleras mientras los altavoces anunciaban, tanto en hindi como en un confuso ingles, las proximas salidas. Finalmente, mas guiados por la suerte que por la asimilacion de los avisos, encontraron el anden adecuado. Alli estaba su tren, al que le restaba media hora para que partiese.


En los andenes debian buscar las listas de pasajeros para comprobar que se encontraban inscritos en las mismas. En efecto, alli estaban. Resulta curioso que haya listas con el nombre de los pasajeros que van a viajar en el tren cuando, en la practica, una persona reserva una litera, pero en la misma viaja con su mujer, su suegra y un par de retonyos. Parece una combinacion entre la influencia occidental de establecer cierta burocracia en los tramites fusionado con ese estilo indio a lo "can pixa" (esto es: aqui cada uno hace lo que le viene en gana).

A lo largo del anden se sucedian vagones y vagones de un interminable tren. Como no podia ser de otra manera, su vagon se encontraba al principio de todo, por lo que pudieron apreciar cuan largo era el ferrocarril y cuan util resultaba que este llegase con mas de media hora de antelacion respecto a la hora de partida. Por fin alcanzaron el suyo, donde sus pasajes de sleeper class adquirian sentido. El vagon se dividia en su interior en pequenyos compartimentos de 8 literas cada uno. Las camas estaban cubiertas de piel, lo cual agrado bastante a Dani, pues tenia la certeza, o mas bien la esperanza, de que ese material fuera inhospito para chinches, pulgas y demas companyeros indeseados de viaje. Las literas superiores estaban separadas respecto a los compartimentos adyacentes por rejas metalicas, lo que, unido a los barrotes que habia en las ventanas, conferia un cierto aire de trena al vagon. Daba la sensacion de que el tren estuviera destinado al transporte de presos.

Sin embargo, las hipotesis sobre el tren que habian barajado anteriormente eran tan funestas que cuando lo vieron se quedaron sorprendidos y maravillados: aquello superaba en mucho las pesadillas que habian entretejido en sus conversaciones.

Lo mas resenyable de los trenes indios es su vida interna. Constantemente hay gente pasando por los pasillos para vender algo de comer, te, cartas... el corredor que cruza cada compartimento, cada vagon, se convierte en una suerte de via comercial impregnada de una actividad incesante. Incluso durante la madrugada se siguen oyendo "CHAE!" fluyendo de la garganta de los vendedores de te.

hacia el atardecer, uno de los camareros pasaba por los compartimentos para anotar los pedidos de los pasajeros. Mas tarde, bastante mas tarde, los servia.

Mientras esperaban a la cena, los tres turistas compraron una baraja de cartas con las que matar el tiempo. Se unieron a ellos 3 de los lugarenyos que compartian compartimento con ellos, mientras los otros dos se mantuvieron al margen, observandolos de tanto en cuando. Asi pues, decidieron ensenyar a los locales a jugar al "Come mierda", aunque, para ser politicamente correctos presentaron el juego bajo el nombre de "Capitalista". En poco tiempo, dos de los jugadores indios se hicieron con la mecanica del juego, mientras el tercero permanecia mas atento a su telefono movil que a la partida.Las risas y las palabras en ingles mal utilizado, mal pronunciado y adulterado con palabras de sus lenguas maternas y adaptaciones de dudosa validez se iban sucediendo.

Algunos de los viajeros de los compartimentos aledanyos observaban el juego, expectantes. En India la gente mira. No lo hacen como en occidente, donde a lo mas que osamos es a un rapido vistazo de reojo y tachamos de descaro o poca verguenza el mirar fijamente. Los indios miran sin pudor, de frente, y en ningun momento se les pasa por la cabeza que tal actitud pueda incomodar al observado. Acaso no les causaba curiosidad aquel grupo de europeos? Asi era, y su cara reflejaba esa misma curisoidad sin ningun reparo, com hace cualquier humano cuando ansia saber, cuando pretende descubrir: mirando.

Iban ya por la tercera mano cuando retorno el camarero, cargado con las bandejas de la comida, A sugerencia de Sonia, los tres cenaron Talhi (que en hindi significa plato, seria como si un europeo fuera a un restaurante y dijera que de beber quiere una bebida, aunque en el caso indio pedir un plato para comer hace referencia a un menu concreto): arroz acompanyado de Dahl (alubias o lentejas, sospechosamente en estado de germinacion, segun las valoraciones de Dani), Sabji (patatas, guisantes...) y esa salsa intensa y picante que esta presente en todos los platos indios.

La llegada de las bandejas parecio ser el pistoletazo de salida a una competicion en que lo mas importante era terminar la comida lo mas rapidamente posible. Las gentes de India comian a una velocidad pasmosa. En cuanto terminaban sus cenas, los pasajeros se acostaban y apagaban las luces de sus compartimentos, asi como las ilusiones de los 3 barceloneses, que se habian imaginado a si mismos hablando y jugando a cartas durante toda la noche. Un goteo de luces fue sucediendose, hasta qeu su compartimento quedo como el unico lucero del vagon. Al terminar, las bandejas se dejaban en el suelo del pasillo o incluso bajo las literas (donde, con probabilidad serian pasto de las cucarachas que, a la chita callando, se paseaban por el tren, Mas tarde, pasaria uno de los camareros a recogerlas.

Empezaba la noche, hora de dormir. Dani tuvo la mala suerte de tener asignada una de las literas inferiores, que ademas linadaba con el pasillo principal del vagon, esa columna vertebral que recordaba a las ramblas por el intenso trafico humano que acogia. Desconfiado por cuanto habia leido sobre trenes indios, decidio dormir abrazado a su mochila, temeroso de posibles robos. En las siguientes paradas mas gente subio al tren. Durante la noche, Sonia y Lorena se despertaron. Vieron como alrededor de Dani habia 5 personas sentadas, como una bandada de cuervos posada sobre un espantapajaros al que no temen, ocupando cualquier hueco libre que quedase. Eran especialmente habilidosos (probablemente viajaran sin billete) y adoptaban posiciones en las que su presencia se hacia casi imperceptible. Dani era semiconsciente de la situacion, pero en aquel momento pesaban mas los parpados cargados de suenyo que cualquier conato de alegato por defender el que era su sitio por derecho, por el que habia pagado (incluso 3 veces su valor, por cierto).

Durante la noche, se alternaba el paso de los vendedores de te con el de las patrullas de policia, armados con fusiles y largos palos de madera (version india de las porras occidentales) con los que senyalaban de manera amenazante. Todo ello iba acompanyado de un rictus serio, impasible, que inspiraba cuanto menos respeto, sino miedo.

A pesar del ajetreo continuo, lograron descansar hasta que el dia empezo a clarear. Con los primeros rayos de sol amanecieron tambien los pasajeros. Lorena, Sonia y Dani se despertaron perezosamente. Aquella bandada de pasajeros nocturnos que habia sorprendido a las chicas durante la noche y que apenas perturbo el suenyo de Dani, habia desaparecido.

El rato que quedaba hasta llegar a Varanasi, poco menos de una hora, lo pasaron comentando los detalles del trayecto. Habian realizado su primer viaje en un tren indio y, al fin y al cabo, no habia sido tan terible, incluso les habia resultado entretenido. A las 7.30 de la manyana el tren, que habia partido a las 17.30 del dia anterior, llego a Varanasi.

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