Varanasi: visto y no visto

En cuanto se apearon del tren, los turistas se encontraron perdidos en la estacion ferroviaria de Varanasi. Algo somnolientos aun, pues aquellas horas matutinas eran demasiado tempranas en comparacion a sus rutinas en Barcelona, salieron de la misma para dirigirse a la estacion de autobuses. Varanasi es una ciudad banyada por el Ganges. Segun dice tiene hasta 80 puertas que dan al rio sagrado, al que ellos llaman Ganga. Quiza por la mitificacion de un simple curso fluvial, quiza por efectos del boca a boca, Varanasi es un destino bastante apreciado por los turistas que lo han visitado y anhelado por los que aun no lo han hecho. Sea como fuere, los 3 barceloneses apenas pasaron 30 minutos en aquella ciudad.


En la puerta de la estacion una manada de taxis y un enjambre de rickshaws permanecian expectantes, atentos ante la llegada de posibles turistas. 3 europeos, con la expresion desalinyada debido a los estragos de una noche mal dormida, y cargados con mochilas que les igualaban en tamanyo, eran com un iman para todos ellos. Al final decidieron ir en Rickshaw a la estacion de autobuses. Sin embargo, por mucho que el destino lo habia repetido hasta la saciedad y de manera suficientemente clara, el conductor, acompanyado de dos mas que se habian unido al trayecto, imagino que por falta de trabajo a aquella hora, se detuvo frente a una agencia de viajes. Los turistas se negaron a bajar del rickshaw y reiteraron su voluntad de ir a la Bus Station. Conductor y companyia argumentaban a su vez que a aquella hora la estacion estaba cerrada y que no vendia billetes. Sin embargo, casualmente, en esa agencia les vendian billetes para viajar en bus turistico (lo que en India significa con asientos algo mullidos y no masificados) hasta el paso fronterizo con Nepal). De nada sirvieron las tretas de los locales. Los visitantes insistieron en ir hasta la estacion y el conductor, finalmente, no tuvo mas remedio que ceder y llevarlos. Lo mas curioso es que, una vez en la Bus Station, el conductor les indico donde comprar el billete (en al taquilla, sin la comision que hubiera cobrado la agencia) y les acompanyo hasta su autobus para que no se equivocasen. No hubo ningun resquicio de arrepentimiento o, cuanto menos, pudor, por haber tratado de timarles tan solo 10 minutos antes. Al final, lo que importaba es que estaban los tres subiendo a un autobus en el que podrian cabecear unas horas.

La antiguedad del autobus resultaba incierta, pero a buen seguro podia contarse por decadas. En su interior, los asientos estaban distribuidos de forma irregular, poco acolchados, desconchados, maltratados por el uso intensivo y reiterado, sufriendo un total abandono, desconocedores de cualquier nimioaporte de mantenimiento. Tuvieron que sentarse al final de todo. Craso error. El estado de las carreteras es bastante lamentable. Al principio resultaba incluso divertido sentir que se viajaba a cuestas de una montanya rusa, riendose a cada uno de los exagerados botes que, de manera frecuente, daban sobre el asiento. pero cuanto mas presionaban los mandatos de morfeo, mas se esfumaba el buen humor con el que se habia acogido lo que en principio parecia un detalle gracioso del viaje. Al cabo de varias horas de viaje se convirtio en una autentica tortura.

Arrebujados en sus asientos, que debian compartir con sus mochilas, veian a la getne subir y bajar del autobus en las diferentes paradas del trayecto. Paradas no indicadas. Al pasar por la calle principal de un pueblo (que acostumbraba a ser la misma carretera que llevaba hasta la frontera) la gente hacia un gesto y el autobus paraba, algo mas similar a un taxi que a un autobus. Otras veces, si el conductor o el vendedor de tiquets estimaban que el estado fisico del futurible viajero era lo suficientemente apto, tan solo aminoraba la marcha y el recien llegado pasajero accedia al autobus como podia.

Entre el pasaje, la gente era, cuanto menos, variada. Habia un par de turistas delante de todo. Viajaban tambien lugarenyos que realizaban trayectos cortos, con trajes tipicos indios. Otro grupo de hombres vestia al modo occidental, con pantalones de pinzas y camisa. Muchos lucian Bhindis (simbolo hindu con pigmento rojo que suele hacerse en el entrecejo o la frente), aunque de distintos tipos: algunos un pequenyo y discreto punto, otros una marca bastante mas amplia... cada clase tenia su significado, su razon de ser: estar soltero o casado, ser alguien venerable...

En cierto momento del trayecto, se subio al autobus una chica embarazada, con una ninya de unos 3 anyos de su mano izquierda y un bebe en su brazo derecho. A pesar de que habia algun sitio libre, la muchacha, aun en su estado, no oso sentarse en ninguno y lo hizo en el suelo. Al ver la situacion, y extranyados ante tal actitud, los turistas pensaron que debia ser por causa de el sistema de castas por el que se regian las gentes del lugar. Como ellos disponian de un sitio a su lado, le indicaron que podia sentarse alli. La muchacha se reincorporo con sus dos pequenyas y se dirigio hacia el asiento. No pronuncio ninguna palabra, tenia la mirada perdida. Cuando algun pasajero miraba hacia ella, lo hacia con una expresion de desagrado en el rostro. Al poco rato la aparentemente "non grata" pasajera, se apeo del autobus, mientras Lorena, Dani y Sonia estuvieron largo rato hablando sobre lo ocurrido, entre sorprendidos e indignados, aunque tampoco en exceso. Estaban en India. Ya habian aprendido a que las cosas eran distintas a como sucedian en su ciudad natal, por extranyo que algo pudiera parecerles.

El autobus iba realizando paradas regulares. Durante las mismas, daba tiempo a fumar algun cigarrillo y, en ocasiones, incluso a comer algo: samosas, thal... A medida que se recortaba la distancia con la frontera, el pasaje del autobus local se iba aligerando. Horas despues de caer la noche, llegaron a su proximo destino: Sunauli, el puesto fronterizo. Alli decidieron pernoctar en un hostal que, a pesar de mostrar un aspecto prometedor en sus fachadas, ofrecia unas habitaciones ruinosas. Por suerte, el cuerpo estaba resentido por el continuo botar del largo viaje y el cansancio mellaba la energia de los 3 viajeros, por lo que la incomoda presencia de cucarachas, los ornamentos aracnidos de la habitacion o el colchon confortable como una losa, no supusieron demasiado impedimento para conciliar el suenyo.

Esas horas fueron de descanso reparador. Al dia siguiente, temprano, se equiparon con sus mochilas dispuestos a pasar la frontera. Despues de entregar un formulario que certificaba su salida de India, cruzaron un portal sin que nadie les pidiera documentacion alguna, a pesar de la nutrida presencia policial, especialmente en el lado nepali, ataviados con sus uniformes azules, color que dudosamente ofrecia un bue camuflaje, mas bien al contrario.

10 metros a pie... Ya estaban en Nepal. Lo primero que hicieron fue gestionar su visado para poder viajar en aquel nuevo destino. El tramite fue sorprendentemente rapido, si se tienen en cuenta los ritmos de estos contornos. Mas sorprendente resultaba el cambio de caracter de las gentes a uno y otro lado de la frontera: el caracter nepali era mas pausado, al contrario de los indios, no albergaban en su interior a un comercial agresivo (agresivo en cuanto a determinacion a la hora devender, e insistencia a la hora de derribar las posibles dudas del futurible cliente): si bien tambien tenian un desarrolladosentido del comercio, optaban por dedicar mas tiempo a sonreir y escuchar, y el ritual del regateo, modus operandi habitual en cualquier lugar de India, aqui era mucho mas sutil.
Habian cambiado de pais.

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